Imagen: Julia Larotonda Sumida en la oscuridad de su cuarto, Eva suspiró profundamente. Había tenido un día realmente difícil: todo le había salido mal, y para colmo ahora había sido «desterrada» a su habitación sólo por haber discutido con su hermano. En un arranque de ira y frustración arrojó la almohada de su cama contra la puerta y enterró la cabeza en el edredón, pero aún así podía oír hablar a su madre y también a su hermano, que no dejaba de gimotear. De pronto reparó en una intensa luz plateada que entraba por la ventana y se giró hacia allí: por un instante fue como si el tiempo se hubiese detenido y el murmullo.de la televisión y las voces de la familia provinieran de muy lejos. Muy despacio se bajó de la cama y comenzó a caminar por el cuarto —que ahora le resultaba desconocido bajo aquel resplandor de plata— y se arrodilló sobre una vieja silla en la que se amontonaba una pila de ropa y situada al lado de la ventana; abrió ésta y se asomó. Era una noche cálida y...
Entre el cielo y la tierra, entre el mar y la montaña, hay un lugar...