Había una vez, en un pueblo pequeño y apartado, una leyenda que hablaba de un ser misterioso llamado "El asesino de los sueños". Nadie sabía de dónde venía ni cómo se había originado, pero los ancianos del lugar decían que, cada vez que alguien dejaba de creer en sus propios sueños, él aparecía en silencio. No era una figura visible, no tenía forma física, pero se manifestaba en la vida de las personas como una sombra que drenaba lentamente su energía, su esperanza, y, sobre todo, su capacidad de soñar. Lina, una joven del pueblo, había escuchado esa historia desde niña. Siempre había sido soñadora. Imaginaba ser pintora, recorrer el mundo y encontrar maravillas escondidas en cada rincón del planeta. Sin embargo, con el paso de los años, las responsabilidades comenzaron a pesarle. La escuela, luego el trabajo, y las expectativas de los demás se amontonaban sobre sus hombros. Cada vez que intentaba sentarse a pintar o pensar en sus viajes futuros, algo la detenía. Primero era...
Entre el cielo y la tierra, entre el mar y la montaña, hay un lugar...