Después de días sin salir a la calle, hoy no me ha quedado más remedio. Está nublado, hace viento, llueve... como dice una amiga: " mal tiempo, buen día". Camino por una plaza, compro flores, margaritas. La florista me regala una rosa. Empieza a llover, la gente acelera el paso, marea de paraguas desplegados. Sonrío, pienso en resguardarme en una librería, pero sigo caminando. La lluvia arrecia, se oye el agua en las alcantarillas, charcos en las aceras. Semáforo en rojo, y yo, sigo sonriendo. La gente me mira. A mi, o a mis margaritas, o tal vez, miran el paraguas que cuelga de mi brazo. Verde!, un chico me sonríe, y yo... más. Mi pelo está empapado, el agua recorre mi rostro, fresca, pura, limpia, una caricia del cielo. Me dejo acariciar, abrazar, hasta los huesos. Casi he llegado al coche, paso por un jardín de enormes rododendros, estoy a punto de bailar, girar y gira...
Entre el cielo y la tierra, entre el mar y la montaña, hay un lugar...