Para empezar, yo no soy una experta en Feng Shui, tan sólo experimento.
No recuerdo exactamente cómo empecé a bucear en este "arte de la ubicación", fué por el año 2000, un año importante en el que maravillosas personas llegaron a mi vida, y formaron parte de mi búsqueda y fueron compañeros y guías en mi camino.
Feng Shui, significa "viento y agua".
Igual que el viento y el agua, tú y tu entorno sois dos fuerzas de la naturaleza en constante interacción y que se influyen mutuamente. Y al igual que sucede con el viento y el agua, cuando tú y tu casa estáis en armonía, todo es favorable.
El Feng Shui, se utilizaba para localizar los lugares adecuados donde edificar casas. ¿Y cuáles eran esos lugares propicios? Aquellos en los que la energía vital "CHI", fluye de manera armoniosa y favorable para la vida.
¿Cómo se localizaban estos lugares? Los practicantes de Feng Shui utilizaban la agudeza de sus sentidos, su intuición y los conocimientos que les habían transmitido sus maestros para valorar la tierra.
Hoy en día, no siempre podemos buscar esa ubicación ideal, la mayoría de nosotros vivimos en pisos de alquiler, que han sido habitados por otras personas antes, a veces, ni siquiera cambiamos la decoración, o compramos pisos/casas, ya construídas, en las que probablemente el constructor no haya tenido en cuenta si el lugar es el más adecuado para potenciar nuestro bienestar, o si hay algún tipo de geopatía que pueda influir negativamente en nuestra salud.
¿Qué hacemos entonces?, ¿nos mudamos?, ¿nos resignamos a la situación adversa y agotamos nuestra energía?, porque total...
Siempre hay algo que podemos hacer, para ello están los remedios y curas del Feng Shui: donde estés, con lo que tengas, haz lo que puedas.
Bien, antes de ponerte a pintar tu casa, a colgar carrillones, y a comprar "amuletos", tienes una tarea que hacer, algo tan sensato y común como limpiar y ordenar.
Párate un momento y mira tu casa, observa las cosas que te rodean, qué te dicen, qué sientes cuando miras tus "posesiones".
Tómate tiempo, siéntate en cada sillón, párate en cada rincón y siente... Y a medida que conectas con tu casa, hazlo también con tu Yo interior, ordena tus pensamientos a la par que organizas tus cajones, deja ir los recuerdos que ya no te sirven, que te estancan en una situación que no deseas, del mismo modo que te deshaces de esas cosas que ya no te sirven, de esa ropa que ya no vas a utilizar, que nunca has utilizado.
No lo olvides, Tú y tu Casa sois un equipo.
Ponte manos a la obra, limpia, ordena. Puedes comenzar cogiendo unas cajas, en una pon todo aquello que ya no te sirve, revista viejas, ropa que ya no te pones... todos esos trastos, que sin saber cómo, acabamos acumulando sin darnos cuenta. Si tienes dudas, puedes poner esos objetos en otra caja para revisarla más adelante.
Piensa que para que lo nuevo llegue, tienes que hacer sitio.
Recuerda el cuento:
Cuentan que un hombre vivía en una casa, frente a la cual había un precioso árbol. Árbol y hombre crecieron juntos; pero una de las ramas creció tanto que, para poder entrar en la casa, el hombre debía bajar un poco su cabeza.
Con el tiempo, esta circunstancia hizo que el hombre adoptara una actitud encorvada, la cabeza inclinada hacia el pecho, casi no se podían ver sus ojos. Esta posición consiguió que la salud le fuera mermando: respiraba peor, rendía menos en su tabajo y empezó a ganar menos dinero.
Un buen día, su vecino se acercó a su puerta para regalarle unas hortalizas que había cultivado en su huerto pero, al acercarse, notó que la rama le dificultaba el paso, con lo que continuó hasta la casa del siguiente vecino, que fué al que le regaló las hortalizas.
A medida que el vecino se iba, pensó en lo poco amable y sociable que debía de ser aquel hombre ya que no se molestaba en cortar aquella rama, que impedía o dificultaba el acceso a los visitantes.
Con el tiempo, el vecindario comenzó a comentar lo desagradable del comportamiento de aquel hombre que no se relacionaba con nadie, criticaban lo muy abandonada que estaba la casa ya que ni siquiera habían cortado aquella rama que dificultaba el acceso a los visitantes y mantenía aislado al hombre. Poco tiempo después, le rogaron que se fuera de la aldea, que él y su casa eran foco de atracción de las malas energías.
Reflexiona..
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